Polvo en las ventanas
Me senté, en un lugar,
Donde caía una extraña luz,
Una luz triste, cansada
Luz para descansar,
Una luz entristecida,
Y asesinada.
Provenía de una ventana
A media pared colgada
Una pared, sucia, y ajada
De grietas y suciedad plagada.
Me senté a reposar, en aquel rincón
De paz de muerte, de silencio ruidoso,
Un lugar austero, simple y cariñoso,
De descanso, cansancio y ambición.
Ambición por el misterio,
De la luz extraña,
La curiosidad que nació
Junto con la raza humana,
Una curiosidad que supera la coherencia,
Por la que se arriesga la vida,
Por el misterio y su sabiduría,
Por alguna esperanza baldía, perdida.
Evocaba la luz una extraña pena
Una... tristeza... melancólica,
De esperanza... inocencia perdida,
¿Magia? ¿Refracción? aquello ¿Qué era?
Me acerque a la ventana,
Hasta casi tocarla,
Y eche a reír, mientras, lloraba:
¡Luz cansada!
Pues, la magia, las esperanzas,
La ilusión pasajera, si lo piensas,
No son más
Que polvo en las ventanas
Por: Jordi San Roman Monteagudo (07/10/06)
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